12 de octubre de 2006

Sonrisa

La ciencia de mantenerse a flote aún cuando todo parezca tirar de tus talones está escrita en una piedra sagrada que escondieron los monjes de un culto antiguo en lo más alto de una montaña. La montaña se encuentra en una isla que fue descubierta por el hombre hace pocos siglos y que tiene tan poco interés en cualquier sentido que nunca ha sido pisada a la vez por más de dos docenas de pies.

Esa ciencia es desconocida para el hombre moderno y en las ciudades, donde más valioso sería su conocimiento, nadie recuerda tan siquiera que alguna vez hubiera existido ninguno de los filósofos que elaboraron tan arcano saber.

En medio de una ciudad inmensa, ajetreada y valiosa en cualquiera de los sentidos existe un hombre vulgar que sueña repetidamente con la montaña y la piedra e intenta descifrar qué quieren decirle los sueños y el texto sagrado que no alcanza a entender. Cada mañana, antes de ir a trabajar despierta desconcertado por la insoportable certidumbre de estar a punto de desvelar un misterio muy antiguo y ansiado y cada mañana despierta triste por no poder llegar a alcanzarlo.

La vida de este hombre tira de sus talones: su trabajo monótono, su familia opresiva, los amigos que ya no le quedan, las decepciones de cada día, son un lastre que acarrea con la heroicidad de lo mediocre, que se basa tan sólo en la inercia del día a día.

Este hombre ha dejado de ir al trabajo al fin. Se siente enfermo y cansado, sufre de la desilusión insoportable de no alcanzar un sueño que no entiende. Se observa a sí mismo desde fuera como si de un extraño se tratase y se desprecia por su torpeza, por su incapacidad para terminar un simple sueño.

Este hombre ha tomado una decisión y es que no quiere seguir viviendo. Decide que acabar con todo no puede ser mucho peor que seguir siendo víctima de la inercia a la que después de tanto tiempo, con esta decisión extrema, consigue oponer algo de energía vital. Este hombre valora las formas en que podría acabar con su vida y decide que lanzarse desde la planta cincuenta de su edificio es la forma más infalible de acabar con todo.

Este hombre se lanza al vacío desde la planta cincuenta de un rascacielos en el centro de una ciudad inmensa, ajetreada y valiosa en cualquiera de los sentidos y durante su caída sueña. Sueña con una montaña que está en una isla que fue descubierta por el hombre hace pocos siglos y que tiene tan poco interés en cualquier sentido que nunca ha sido pisada a la vez por más de dos docenas de pies. Sueña también con una piedra sagrada que fue escondida en lo más alto de la montaña por los monjes de un culto antiguo. Y sueña, justo antes de que sus huesos se estrellen contra el suelo y todo acabe, con la ciencia de mantenerse a flote aún cuando todo parezca tirar de sus talones.

(Primer ejercicio para el curso de escritura creativa)

3 comentarios:

penyaskito dijo...

Muy trágico, pero me ha encantado :)

Anónimo dijo...

Es una pena que el pobre no llegara a conseguir lo que quería...

Si hubiera buscado archipielagos en vez de la isla igual si , :P

No os perdais Gatitos Mesopotámicos!
(por Dawn Brown)

Denkersaugetier dijo...

Plas, plas.

Interesante curso ese de escritura creativa.

Y da resultados! ;)