22 de diciembre de 2010

¡Felices fiestas!



Pues eso, que ojalá paséis unas felices fiestas bien acompañados, queriendo y siendo queridos. Disfrutad mucho y sed felices.

2 de diciembre de 2010

Primer premio en el V Concurso de relatos hiperbreves Movistar


Pues sí, pues sí, soy la "primen". ¡Estoy muuuuuyyyyy contenta!

El concurso lo organizan Telefónica, la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y la editorial Bubok. El jurado estaba presidido por José Ángel Mañas y compuesto por Juan Aparicio Belmonte, Ignacio Fernández, y Norma Dragoevich.

Se han presentado como ochocientos relatos de los que, en un caso de enajenación mental sin precedentes, el jurado ha decidido elegir el mío como ganador:

"Dejé de ser niño el día que el canario escapó de la jaula y se quedó junto a ella buscando la entrada."

El martes estuvimos en Madrid en el acto de entrega de premios. Pasé muchos nervios pero la charla de después hizo que mereciera la pena el mal rato y el frío en Madrid. Fue estupendo charlar con Joaquín, Silvia, Norma, ...

Y la competición estaba reñida. Las finalistas fueron:

Rosana Alonso Fernández-García con: "Vigilancia. Esa noche el astrónomo tuvo la sensación de estar siendo observado" y "Revelación. Ayer, cenando sopa de letras, descubrí el secreto del universo. Me apresuré a devorarlo antes de que mi madre trajera el segundo."

María del Carmen Guzmán Ortega con: "Noé desde su arca se preguntó quién sería el remitente cuando la paloma trajo una carta en el pico."

Y Marina Hernández García con: "Acabamos de llegar a Marte. El paisaje es precioso, con arena roja como la de las playas de Menorca. Tenéis comida en la nevera. Portaos bien. Besos"

Próximamente, se editará un libro electrónico con una selección de los relatos que han participado en el concurso que se podrá descargar de forma gratuita. Avisaré cumplidamente.

Y bueno, dije unas palabras en la entrega de premios. Tenía la intuición de que debía aclarar que esa frase no era fruto de una casualidad y parece que acerté ya que era una duda que había flotado en el aire. Publico el discursito en un post aparte para no hacer este más largo.

Gracias a todos los que me estáis felicitando y os alegráis conmigo por esto. Como ya he dicho, las buenas noticias lo son mucho más si tienes con quién compartirlas. Me estoy sintiendo muy querida y ese es un gran premio.

Discurso entrega de premios V Concurso Hiperbreves de Movistsar

Buenas tardes. Lo primero que querría hacer es, cómo no, dar las gracias al jurado por haber considerado mi hiperbreve merecedor de este premio. Es una gran satisfacción llegar al lector, que aquello que has escrito le alcance aunque sea reinterpretado, disfrazado o diluido. Pero son aún mayores la satisfacción y el orgullo cuando se consigue llegar a lectores expertos, como es el caso. Me siento desbordada, sorprendida, conservo, sin poder librarme de ella, la sensación de vértigo que se apropió de mí cuando me dijeron que se me concedía el primer premio. Y es que jamás pensé que pudiera ganar un premio literario. Los descreídos, aunque soñemos muchas cosas, nunca esperamos nada, lo que nos hace quedarnos atónitos cuando el destino nos sonríe un poco. Insisto en mi profundo agradecimiento.

No quería dejar pasar la oportunidad de hablar del microrrelato. No sólo he escrito un texto hiperbreve para participar en este concurso sino que me aficioné al género hace tiempo. En palabras de Ana María Matute: “no escribo para que me den premios, pero me dan premios porque escribo”. Mi amor por este género nace de la fascinación que me producen como las miniaturas detalladas y complejas que son. El ingenio, la maquinaria, la relojería de un microrrelato es de una belleza sobrecogedora. Con placer, me bombardeo a menudo con la lectura de buenos relatos hiperbreves y me enredo en intentar descomponer su estructura para comprenderla, aunque casi siempre acabe con la mesa llena de engranajes que ya no soy capaz de encajar de nuevo.

El microrrelato es, si se prefiere, como una pompa de jabón llena de humo: cuando la hacemos estallar el humo se expande llenando toda la habitación, lo respiramos y ya es parte de nosotros para siempre. También podemos dejarnos llevar por el entusiasmo y compararlo con una supernova. Pero lo que es seguro es que es un género que, como la poesía, exige al escritor disciplina y pericia, oficio además de sensibilidad para ver las caras ocultas del prisma que es la realidad. También la rebeldía del vanguardista del lenguaje que se mueve por sus ambigüedades y dobleces con la naturalidad de un niño que se divierte. Menudo reto, ¿no?

Ojalá algún día yo consiga emocionar a un lector tanto como me han emocionado Hipólito G. Navarro, Cristina Peri Rossi, Ángel Olgoso... Y no puedo hablar de relato, breve o no, sin nombrar a Borges y Cortázar, pero también a los nacionales Cristina Fernández Cubas y Medardo Fraile. De todos ellos -y tantos otros que no tengo tiempo ni memoria para nombrar- no sólo obtengo el provecho del placer de leer sus obras sino también el de poder aprender de grandes maestros.

Por otro lado, el encuentro del autor con un microrrelato nunca es fortuito. Es producto de una búsqueda. Y me alegra que Soledad Puértolas haya incluido en su discurso de ingreso en la RAE estas sabias palabras: “La indagación literaria parte de la incertidumbre y el riesgo, y no persigue conclusiones ni resoluciones”. Y es que en estas palabras describe, mejor de lo que yo lo hubiera hecho nunca, un convencimiento profundo que mantengo como ingeniero de profesión, ejecutora de los descubrimientos de la ciencia, dedicada a otros saberes a los que el arte no da acceso. Pero es un hecho, cualquier disciplina artística -más allá de la ciencia, las humanidades, las ciencias sociales...- es un medio de acceder a otro tipo de conocimiento, el de las incertidumbres, los equívocos, el de nuestras propias sombras. Siento recompensada con este premio esa inmersión en lo desconocido y no el mero encuentro fortuito con una buena frase. Esto quiero pensar.

Si me permitís que me remonte, mi primer cuento lo escribí con siete años, era una historia sobre una gata que en un cementerio de automóviles encontraba un lazo azul. Desde entonces he devorado incansable cientos de libros, he recorrido sus líneas intentando desentrañar el misterio de este juego. He iniciado la escalada que lleva a los “hombros de gigantes” de la que en ciencia hablaba Newton pero que también existe en literatura. Este es un recorrido que solapa nuestros pasos a las pisadas de los maestros que ya hicieron camino y que aspira al sencillo mérito de dar un liviano pasito un poco más allá. En esta escalada, debo de andar yo a la altura de los tobillos de esos gigantes, remontando apenas los talones. Pero es suficiente esta altura para que lo que ya veo me motive.

Y para seguir escalando, además de escribir hay que seguir leyendo. Lo sigo haciendo con la misma pasión, con el mismo entusiasmo con el que abría los libros de mi infancia. Intento conservar al escribir la misma inocencia que me llevaba a hacer cuentos con gatos y pájaros, me parapeto ahora en técnicas, aprendo, me aúpo. Si el resultado no es perfecto siempre quedará la recompensa del placer y la curiosidad de ver hasta dónde puedo llegar en la próxima línea.

Yo, como todos hacemos alguna vez, también vi al pájaro escapar y quedarse junto a su celda, pero no dejé que se llevara mi infancia. Aquello sólo me sirvió para hacerme el propósito de no quedarme junto a la jaula si la providencia tenía un día a bien abrir la puerta.

Muchas gracias.