8 de marzo de 2013

El relato de Sergio Barrejón.

Me encantaría que mis alumnos leyeran esto, me encantaría haberles escrito algo así. Ellos estudian Ingeniería pero también deberían comprender que el mundo real ya es ése en el que viven.


El relato. Sergio Barrejón.

"Todos somos personajes de un relato. De varios relatos, de hecho. Nos han asignado un papel a cada uno, y se espera que lo desempeñemos según un guión establecido. Y nos pasamos la vida interpretando obedientemente esos papeles, como si realmente tuviéramos que hacerlo. Como si hubiéramos pedido que nos asignaran ese rol.

Pero no es así. Cualquier relato en el que te hagan participar sin preguntarte antes es, por definición falso, y sirve a intereses ajenos.

Sé que esto suena muy abstracto. Pongamos un ejemplo. En esta clase, en la disposición de los muebles de esta clase, hay un relato. Un relato bastante claro. Veamos: tengo todo este espacio abierto para moverme, tengo una mesa grande y tengo un ordenador conectado a un proyector. Todo indica que el protagonista del relato soy yo. O el narrador, si queréis. ¿Y vosotros? Bueno, todas vuestras sillas son iguales y sólo tienen una pequeña mesita plegable, así que todo indica que sois poco más que figurantes. Y todas vuestras sillas están dispuestas mirando hacia mí, así que parece claro que en este relato yo soy el que habla, el que tiene algo que decir, y vosotros estáis interesados en eso, porque os sentáis ordenadamente a escuchar. Según este relato, yo sé cosas que vosotros ignoráis y debéis sentaros a aprenderlas. Pero eso no es necesariamente cierto.

¿Os dais cuenta de lo diferente que sería el relato si las sillas estuvieran dispuestas en círculo, y yo me sentase en una de ellas, exactamente igual que vosotros? ¿Verdad que las relaciones entre personajes cambiarían bastante?

También me parece significativo que toda la primera fila esté vacía. Todos os sentáis a partir de la segunda. Y ocupáis cuatro filas, aunque cabríais en sólo dos. A mí eso me habla de un cierto escepticismo hacia el relato de esta clase. Aceptáis el rol, pero no os convence del todo. Podría ser peor.

Vamos a ver más relatos que os afectan. Antes, un compañero vuestro me pedía que os hablase de “la selva” que os espera ahí fuera cuando terminéis vuestros estudios, y cómo sobrevivir en ella. Otro relato falso en el que os han asignado un papel muy concreto.

No existe esa selva. Al menos, no como estadio opuesto al que vivís ahora. No existe una separación, ni de espacio ni de tiempo, entre la escuela y el mundo real. Ya estáis en el mundo real. ¿Sabéis lo que pasa con las escuelas de arte? Y ojo, no estoy hablando de esta en concreto. Hablo del propio concepto de “estudiar una disciplina artística durante equis años”. Pasa que muy frecuentemente se crea un relato falso según el cual vosotros, durante esos años, sois pupilos-aún-no-preparados para desenvolveros en el mundo real. Necesitáis primero formaros, antes de salir a “la selva”.

¿Y qué ocurre si aceptáis ese papel? Que vosotros mismos construís esa selva. Es una profecía autocumplida. Os habéis convencido de que no seréis artistas hasta que no os hayan ungido, hasta que no hayáis superado el rito iniciático de “la graduación”, “el proyecto de fin de carrera” o como lo llamen aquí. Consecuentemente, no os atrevéis a comportaros como profesionales, porque se supone que todavía no ha llegado el momento. Y de manera natural, encontráis confort en esta etapa en que la negligencia es aceptada.

De esa manera, levantáis un muro entre el microclima híper protegido de la escuela (donde os movéis siguiendo a un guía, donde todo está estructurado, donde tenéis derecho a equivocaros porque habéis pagado por ello) y “la selva” del mundo laboral, donde cada uno tiene que encontrar su hueco, sin una equis que marque el lugar del tesoro, y donde el derecho a equivocarse se cambia por la obligación de solucionar problemas.

Es una dinámica muy parecida, y por favor, que esto nos parezca una crítica a esta escuela ni a ninguna en concreto, a la de una secta: primero se te comunica la existencia de un problema tremendo e inquietante, y una vez que tienes miedo, se te ofrecen las herramientas para volver a sentirte seguro… siempre que sigas dentro de la secta y respetes sus normas sin siquiera cuestionarlas.

El secreto es que ese problema tremendo e inquietante… no existe. Y el miedo tampoco. El miedo no es nada. Sólo es una disposición mental inducida que lleva a la parálisis y a la autocompasión. Sólo existe la selva que tú plantas y riegas con miedo.

Lo único cierto es que todas las tardes un montón de gente paga por meterse en una sala oscura a que le cuenten una historia. Y esas historias tiene que inventárselas alguien.

Lo único cierto es que escribir un guión es fácil. Hacerlo bien es complicadísimo, sí, pero desde el punto de vista físico, es fácil. Tan fácil como sentar tu culo delante del teclado, no entrar en Facebook, y apretar las teclas unos cuantos miles de veces.

Si ése es el personaje que quieres interpretar en el relato de tu vida, lo cierto es que nada ni nadie te lo impide. Dejad de pedir permiso. Dejad de esperar que alguien os lo encargue. Encontrad vuestro personaje, escribid vuestro relato.”


Fuente: El relato. Sergio Barrejón

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