17 de junio de 2013

Contar a medias


Molinillos para especias


Un número de quince cifras —que me cuesta recordar— marcó la caducidad de mi división: condenada a ser mitad y contar las vueltas de los molinillos —siempre la duda de discernir a medias, de llevar la cuenta equivocada—. Adivino por el rabillo del ojo mi fracción exiliada, deseando que calcule aunque sólo sea con la mitad de mi interés.

Los procesos industriales, los electrodomésticos, la vida inventada que comprime las horas y extirpa los rituales, todo se puso en nuestra contra. El cómputo adormecido se ahoga en los fondos de las alacenas y los mercados de souvenirs.

Me veo a medias —hoy, sea lo que sea el presente— en el zoco de Estambul tratando de girar con un fantasmal soplido la manija de un molinillo, haciendo torpe memoria de la cuenta de mi condena, sintiéndome —maldita sea como tantas veces— falsamente completa y olvidada de qué cuento y por qué.

Fotografía de mi fotógrafo de cabecera: Javier Prieto

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